El Velo, el portal que se encontraba en la Ciudad Libre de Lethis, rielaba anticipando la llegada de nuevos colonos. Tropas de la Guardia de la Costa Negra con el blasón del cuervo y algunos vindicator de los Yunques del Heldenhammer se encargaban del recibimiento, la inspección y el control de los recién llegados.
Los últimos en pasar fueron los miembros de la Orden de Azyr: los cazadores de brujas. Humanos, pero también algún enano y elfo, atravesaron el portal con las manos en las culatas de sus pistolas y los talismanes de Sigmar bien a la vista.
Un praetor de los Yunques habló con ellos brevemente, sin que supiera con qué motivo habían llegado hasta el Reino de la Muerte. Compraron víveres y talismanes en el mercado de la ciudad y abandonaron la ciudad por Puertabaldía hacia la parte oriental de la isla.
Fatigados pero con determinación, llegaron hasta los Acantilados de Ónice. Allí buscaban algo en concreto, el Libro de Ópalo, un grimorio escondido entre las cavernas antaño habitadas capaz de alterar el destino y canalizar la mala fortuna a voluntad de quien leyera sus páginas.
El poder escondido en los Acantilados de Ónice era de sobra conocido y por ello, servidores de Nagash y espías del Gran Pretendiente, controlaban a quienes llegaban a aquel territorio.
NOTA DEL AUTOR
Como me moría de ganas de usar los héroes de la Ciudad Maldita, copié las tarjetas de la Orden de Azyr cambiando las fotos para usar estos miniaturones como proxies de los Salvadores de Carbonilla y los Cazadores de Brujas de Hexbane.
De la misma manera Fonso también estrenó la banda del Credo Putrefango.
INFORME DE BATALLA
En el punto más elevado del campo de batalla, en la cima de lo que antaño fuera un ziggurat pagano, se hallaba el Libro de Ónice. Atraídas por su poder o quizá custodiando el tesoro más allá de su propia muerte, una bandada de noctánimas protegía el lugar.
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Reglas de la misión |
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Las noctánimas defienden el tesoro |
La partida comenzó con los espíritus cayendo sobre mortales tratando de ahuyentarlos. Varios guerreros sufrieron heridas cuando las armas oxidadas o las garras fantasmales atravesaron sus armaduras y su carne.
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Las noctánimas atacan a los mortales... |
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y varios guerreros sufrieron heridas. |
Los servidores del Gran Pretendiente y los integrantes de la Orden de Azyr se sobrepusieron al terror y a los ataques. En una demostración de destreza, acabaron con todas las noctánimas en un solo turno.
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Las noctánimas empiezan a caer... |
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hasta ser exorcizadas. |
Sin la amenaza de los fantasmas, las bandas se lanzaron una sobre otra. El líder del Credo Putrefango acabó con la exploradora elfa Qulathis. Sin embargo su gloria fue efímera porque Dagnai, el kharadron con rifle aetérico, vengó la muerte de su camarada.
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El líder acaba con la exploradora elfa |
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El kharadron venga a su camarada |
Cleona Zeitengale con su hechizo de levitar (la monja voladora) consigue llegar hasta el tesoro en lo alto del ziggurat. El Credo Putrefango respondió rápido a este movimiento y gastó un cuádruple para que uno de los descastados fangosos acabara con Cleona.
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Cleona Zeitengale llega al objetivo |
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Un descastado acaba con la monja voladora |
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Los proyectiles derriban al descastado |
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Jelsen traba a los luchadores del caos |
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