De todos los grupos de aventureros, los enanos de Thorin y Compañía son sin duda alguna los menos heroicos. Pero también son los más cercanos y decididos, y sin lugar a dudas de los más carismáticos.
PRESENTACIÓN CON 2 EXTRACTOS DEL HOBBIT
"¡Para
qué diablos lo habré invitado al té!" se dijo Bilbo cuando iba hacia la
despensa. Acababa de desayunar hacía muy poco, pero pensó que un pastelillo o
dos y un trago de algo le sentarían bien después del sobresalto.
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Bilbo y Gandalf |
Un momento
antes de la hora del té se oyó un tremendo campanillazo en la puerta principal,
¡y entonces se acordó! Se apresuró y puso la marmita, sacó otra taza y un
platillo y un pastel o dos más, y corrió a la puerta.
—¡Siento de
veras haberle hecho esperar! —iba a decir, cuando vio que en realidad no era
Gandalf. Era un enano de barba azul, recogida en un cinturón dorado, y ojos muy
brillantes bajo el capuchón verde oscuro. Tan pronto como la puerta se abrió,
entró deprisa como si le estuviesen esperando.
Colgó la
capa encapuchada en la percha más cercana, y — ¡Dwalin a vuestro servicio!
—dijo saludando con una reverencia.
—¡Bilbo
Bolsón al vuestro! —dijo el hobbit, demasiado sorprendido como para hacer
cualquier pregunta por el momento. Cuando el silencio que siguió empezó a
hacerse incómodo, añadió—: Estoy a punto de tomar el té; por favor acercaos y
tomad algo conmigo. —Un tanto tieso, tal vez, pero habló con amabilidad. ¿Y qué
haríais Vosotros, si un enano llegara de súbito y colgara sus cosas en vuestro
vestíbulo sin dar explicaciones?
Llevaban
apenas un rato a la mesa, en verdad estaban empezando el tercer pastelillo,
cuando resonó otro campanillazo todavía más estridente.
—¡Disculpad!
—dijo el hobbit, y fue hacia la puerta.
—¡Así que al
fin habéis venido! —Esto era lo que iba a decirle ahora a Gandalf.
Pero no era
Gandalf. En cambio vio en el umbral un enano que parecía muy viejo, de barba
blanca y capuchón escarlata, y éste también entró de un salto tan pronto como
la puerta se abrió, como si fuera un invitado.
—Veo que ya
han empezado a llegar —dijo cuando vio en la percha el capuchón verde de
Dwalin. Colocó el suyo rojo junto al otro y — ¡Balin a vuestro servicio! — dijo
con la mano en el pecho.
— ¡Gracias!
—dijo Bilbo casi sin voz. No era la respuesta más apropiada, pero el han empezado a llegar lo había dejado
perplejo. Le gustaban las visitas, aunque prefería conocerlas antes de que
llegasen, e invitarlas él mismo. Tenía el terrible presentimiento de que los
pasteles no serían suficientes, y como conocía las obligaciones de un anfitrión
y las cumplía con puntualidad aunque le parecieran penosas, quizá él se quedara
sin ninguno.
Balin y
Dwalin estaban charlando a la mesa como viejos amigos (en realidad eran
hermanos). Bilbo depositó la cerveza y el pastel delante de ellos, cuando de
nuevo se oyó un fuerte campanillazo, y después otro.
"¡Gandalf
de seguro esta vez!" pensó mientras resoplaba por el pasillo. Pero no; eran
dos enanos más, ambos con capuchones azules, cinturones de plata y barbas
amarillas; y cada uno de ellos llevaba una bolsa de herramientas y una pala.
Saltaron adentro, tan pronto la puerta empezó a abrirse. Bilbo ya apenas se
sorprendió.
—¿En qué
puedo yo serviros, mis queridos enanos? —dijo.
—¡Kili a
vuestro servicio! —dijo uno—. ¡Y Fíli! —añadió el otro; y ambos se sacaron a
toda prisa los capuchones azules e hicieron una reverencia.
—¡Al vuestro
y al de vuestra familia! —replicó Bilbo, recordando esta vez sus buenos
modales.
—Veo que
Dwalin y Balin están ya aquí —dijo Kili— ¡Unámonos al tropel!
"¡Tropel!" pensó
el señor Bolsón. "No me gusta el sonido de esa palabra. Necesito sentarme
un minuto y recapacitar, y echar un trago. "Sólo había alcanzado a mojarse
los labios, en un rincón, mientras los cuatro enanos se sentaban en torno a la
mesa, y charlaban sobre minas y oro y problemas con los trasgos, y las depredaciones
de los dragones, y un montón de otras cosas que él no entendía, y no quería
entender, pues parecían demasiado aventureras, cuando, din-don-dan, la campana
sonó de nuevo, como si algún travieso niño hobbit intentase arrancar el
llamador.
—¡Alguien
más a la puerta! —dijo, parpadeando.
—Por el
sonido yo diría que unos cuatro —dijo Fíli—. Además, los vimos venir detrás de
nosotros a lo lejos.
Y no eran
cuatro, sino cinco. Otro enano se les había acercado mientras él seguía en el
vestíbulo preguntándose qué ocurría. Apenas había girado la manija y ya todos
estaban dentro, haciendo reverencias y diciendo uno tras otro "a vuestro
servicio". Dori, Nori, Ori, Óin, y Glóin eran sus nombres, y al momento
dos capuchones de color púrpura, uno gris, uno castaño y uno blanco, colgaban
de las perchas, y allá fueron los enanos con las manos anchas metidas en los
cinturones de oro y plata a reunirse con los otros.
Ya casi eran un tropel.
Unos pedían cerveza del país, otros cerveza negra, uno café, y todos ellos
pastelillos; así que tuvieron al hobbit muy ocupado durante un rato. Una gran
cafetera había sido puesta a la lumbre, los pastelillos de semillas ya se
habían acabado, y los enanos empezaban una ronda de bollos con mantequilla,
cuando de pronto... un fuerte golpe. No un campanillazo, sino un fuerte toc-toc
en la preciosa puerta verde del hobbit. ¡Alguien estaba llamando a bastonazos!
Bilbo corrió
por el pasillo, muy enfadado, y por completo atribulado y compungido; éste era el miércoles más desagradable que
pudiera recordar. Abrió la puerta de un bandazo, y todos rodaron dentro, uno
sobre otro. Más enanos, ¡cuatro más! Y detrás Gandalf, apoyado en su vara y
riendo. Había hecho una muesca bastante grande en la hermosa puerta; por
cierto, también había borrado la marca secreta que pusiera allí la mañana
anterior.
—¡Tranquilidad,
tranquilidad! —dijo—. ¡No es propio de ti, Bilbo, tener a los amigos esperando
en el felpudo y luego abrir la puerta de sopetón! ¡Déjame presentarte a Bifur,
Bofur, Bombur, y sobre todo a Thorin!
—¡A vuestro
servicio! —dijeron Bifur, Bofur y Bombur los tres en hilera. En seguida
colgaron dos capuchones amarillos y uno verde pálido; y también uno celeste con
una gran borla de plata.
Este último pertenecía a Thorin, un enorme e
importante enano, de hecho nada más y nada menos que el propio Thorin Escudo de
Roble, a quien no le gustó nada caer de bruces sobre el felpudo de Bilbo con
Bifur, Bofur y Bombur sobre él. Ante todo, Bombur era enormemente gordo y
pesado. Thorin era muy arrogante, y no dijo nada sobre servicio; pero el pobre
señor Bolsón le repitió tantas veces que lo sentía, que el enano gruñó al fin:
—Le ruego no lo mencione más — y dejó de fruncir el ceño.
¡Vaya, ya
estamos todos aquí! —dijo Gandalf, mirando la hilera de trece capuchones, una
muy vistosa colección de capuchones, y su propio sombrero colgados en las
perchas—. ¡Qué alegre reunión!
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Thorin y Compañía, Bilbo el saqueador y Gandalf el Gris |
Capítulo 1:
Una tertulia Inesperada. El Hobbit
Lo mejor que
se puede decir de los enanos es lo siguiente: se proponían pagar con
generosidad los servicios de Bilbo; lo habían traído para hacer un trabajo que
les desagradaba, y no les importaba cómo se las arreglaría aquel pobre y
pequeño compañero, siempre que llevara a cabo la tarea. Hubieran hecho todo lo
posible por sacarlo de apuros, si se metía en ellos, como en el caso de los
ogros, al principio de la aventura, antes de que tuviesen una verdadera razón
para sentirse agradecidos. Así es: los enanos no son héroes, sino gente
calculadora, con una idea precisa del valor del dinero; algunos son ladinos y
falsos; y bastante malos tipos; y otros en cambio son bastante decentes, como
Thorin y compañía, si no se les pide demasiado.
Capítulo 12:
Información Secreta. El Hobbit
Hobby
del Hobbit: Modelismo y Juego
Pese al aspecto un
tanto infantil de Thorin y Cía en las películas, gracias a ellas los enanos han
pasado de ser casi indistinguibles en el libro a personajes por derecho propio.
Y aunque no aplaudo el concepto ni la estética de algunos de ellos, los trece
enanos en conjunto son bastante vistosos.
A nivel de pintado han
sido un infierno, ya que su tamaño es endiabladamente pequeño. Siguiendo mis
costumbres he pasado de la guía de pintura y me he ceñido a los colores que
dice Tolkien (salvo en el caso de Kili
que sin barba y rubio era muy raruno).
Por puro gusto y por si alguno se despista he puesto su nombre en la peana.
A nivel de juego los
utilizaré como enanos normales (algunos con armas a dos manos) y un rey enano
para nuestras partidas de ESDLA, ya que no hemos dado el salto al reglamento del
Hobbit.
Apreciaciones
personales
Mis enanos favoritos
son Bofur, Balin y Dori porque son los únicos que ayudan a Bilbo. Son las
mejores personas de la compañía.
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Las tres mejores personas (o enanos) de la compañía. |
Me gusta Glóin por ser
el padre de Gimli, quien encarna el paradigma del enano adusto, duro y pragmático.
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¡¡¡Papá!!! |
Me gusta el concepto de
Dwalin con la cabeza tatuada.
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La cabeza tatuada de Dwalin |
Y Thorin Escudo de
Roble, el Rey bajo la Montaña, con sus aires de importancia que contrastan con Gandalf y Bilbo que son más de andar por casa.
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